Es increíble el afán por manipular que siempre tienen estos del PriSOE. Primero, ignoran la realidad, no existe, los muñecos parlantes repiten las consignas, y, entre ellas, nunca esta la verdad que les concierne. Cuando ésta se hace tan palpable que les salta al cuello, dan la vuelta al calcetín y los secuestrados pasan a ser agresores, las víctimas, verdugos, y, quienes transmiten la verdad, falsarios redomados.
Pero yo estuve allí y voy a contar lo que vi.
La manifestación se dividió en dos bloques (en azul, en el gráfico): uno, menos numeroso, que iba delante ya sobrepasada la calle Peligros, y el más numeroso, que llegaba hasta Cibeles. Yo abandoné este segundo grupo para dirigirme a la parte más alta de la calle Alcalá y, así, poder apreciar mejor la panorámica de la riada de personas que subía por ella. De repente, como salido de la nada (ver camino rojo en el gráfijo), el señor Bono ocupó el espacio que había entre los dos trozos de manifestación, rodeado por un manojo de fotógrafos, cámaras y acólitos. En seguida, las personas que estábamos por allí, nos dimos cuenta de que aquella era una maniobra de lavado de imagen del
minigtro. Los abucheos se sucedieron y algunos vociferantes llegamos a llamarle «¡demagogo impresentable!», fíjate qué barbaridad.
Cierto es que también algunas personas apelaban al derecho de Bono de estar allí, pero fueron las menos. Situado en la mediana de Alcalá, noté cómo varios miembros de Policia Nacional, vestido como para asaltar algo, me adelantaban por la derecha y la izquierda y se dirigían a proteger al
minigtro. En un momento, todos los miembros de seguridad formaron un anillo a su alrededor en el que quedaron incrustados algunos manifestantes que seguían
calentando la oreja a Don Pepe. Súbitamente, la seguridad maniobró con tanta rapidez para alejar a Bono hacia la calle Peligros (premonitorios), que, desde la distancia (unos 20 metros), pareció como si levitaran, con lo que no me extraña que sintiera que le empujaban, y más con la resistencia que él oponía a ser evacuado, ¡pues bueno es el orgullo de Don José!
Luego, el resto de actuantes del PSOE en la manifestación, pues como en los toros, Rosa Díez, ovación y vuelta al ruedo; Goztone Mora, dos orejas y rabo; Jordi Sevilla, silencio. Sí, ya sé a alguien le sonará a nuevo, pero el ministro Sevilla estuvo en la manifestación y el señor Bono, en lugar de calumniar a los manifestantes, debería preguntarse por qué a Sevilla se le dedicó un respetuoso silencio y a él una sonora pitada. Quizás, por eso mismo, respetuoso silencio en consonancia con el respeto con el que él acudió y soportó que, emocionadamente, se gritara "
no se negocia con los terroristas"