Historia de La Traición: maldito día maldito
En fin, que, como desconocemos cuál es el momento cumbre de la Historia de España en que se produce el advenimiento de JLR Zapatero a su condición de traidor a los principios constitucionales, podemos convenir en que el cero en esta historia lo constituya el 23 de julio de 2000, día en que, sin saber cómo ni por qué, se hace con la secretaría del partido, pasando por encima del omnipotente quejica, de la benefactora de las amazonas sandinistas y de la valiente Rosa Díez, haciendo frente a González y a Rodríguez Ibarra, contra todo pronóstico y toda sensatez.
Ese 23 de julio iluminó al constructor del monumento a los mecanismos de defensa freudianos de proyección y de formación reactiva. Algún día nos detendremos en ellos, pero los podemos resumir en la atribución de características propias negativas a otros y reprimir pensamientos censurables, expresándolos con sus opuestos. Maestro en las técnicas anteriores, Pérez Rubalcaba, «El Obvio», es incorporado inmediatamente al proyecto zapaterial, lo que nos da idea de que el bobo solemne, a pesar de sus limitaciones intelectuales, tiene un olfato para el mal que ni Luzbel en la corte de Otegui.
Este fue su primer hito -ojo al dato-:
Asusta, ¿verdad?. Pues así se bautizó zETApé ese infausto 23 de julio de 2000. Quien tenga la paciencia de seguir el enlace a El Mundo y de leer su primer discurso ante sus secuaces, verá el paradigma de los mecanismos de proyección y de formación reactiva. Yo diría que se lo escribió «El Obvio». Por cierto, ni referencia, en todo el cambio que promete, al terrorismo y a sus víctimas.