Tics franquistas
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Principia el jefe (o alguien muy cercano a él) a asaltar los recursos del Estado para lo cotidiano y los coleguis subordinados acabarán llevándose el papel higiénico del negociado a sus casas.
Claro que eso de poner en la maleta del veraneo a los cocinillas o decirle a Bautista que le lleve de compras a Londres, convierte al traidor, más que en un misrable, en un simple hortera de bolera.
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