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16 de septiembre de 2007

Las promesas y los hechos

Todavía puedo recordarla... a la vicepresidenta del Gobierno (que es juez sin haber opositado para ello) después de uno de los consejos de ministros, en el que se consumó la cacicada de entregar a Polanco y a los amigos del Presidente las cadenas de Tv que quedaban sin entregar (otra de las gracias del señor Aznar).

No recuerdo literalmente sus palabras y tengo poco tiempo para buscar en las hemerotecas. Recuerdo el gesto de repugnancia y el tono de suficiencia explicando al pueblo (pueblo o súbdito que para su gobierno son sinónimos) que se ganaba en oferta y que la calidad de la información iba a ser estupenda porque habría más oferta que es de lo que se trata. Buen intento ¡si señor!
El caso es que hasta ahora jamás me había ocurrido que no pudiera ver un partido de un campeonato de Europa de alguno de los depoprtes más seguidos en el país porque tocaba ver futbol. Para eso se retrasmitían por la TV estatal y como tenían dos cadenas no tenían problemas. Ayer se cambió la hora del partido de España en semifinales (casi me da algo cuando lo veo en un bar y yo de paseo con mi hija¡¡¡), llegué antes del final del primer tiempo, pero claro es que después venía el futbol.
Hoy me estoy tragando partidos de liga de futbol por un tubo para poder ver minutos del partido de Grecia-Lituania que, apriori, tienen más calidad deportiva que lo que he visto de futbol.
Pues eso, que a la vicepresidenta no hay más que esperarla para que se tenga que tragar su grandilocuencia, su rictus (ya no es no gesto) y sus tonterías para que la realidad le confirme que ni en eso han hecho nada bien. Ahora resulta que para ver deporte tienes que poder sintonizar la secta (no es una errata) y donde yo vivo hay zonas donde no se puede ver.

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