La izquierda sin complejos: Celaya, Buesa, por ejemplo.
Pasados tres días de la apoteosis de libertad y emoción que vivimos el pasado sábado en Madrid, no tenía claro que imagen colocar. Hice un montón de fotos. Ya se sabe, mucha gente -foco arriba, abajo, de frente, de perfil-, banderas, pancartas; sonrisas, al principio, cansancio satisfecho, al final. Todos estos motivos cumplían un muestrario de lo que vivimos allí. Como en las manifestaciones anteriores, como en las que vendrán. Por representativas de la sencillez que compuso la grandeza de la marea humana, elegí estas dos: el silencioso y anónimo quehacer de una peona negra y el grito que debería provocarnos la afonía: (con fuerza) «es un orgullo» (pausa breve, y final rotundo) «ser español».
Cercana, ese toque en el corazón o en el hipocampo, Teresa Jiménez Becerril nos abrió la boca de admiración.
Vibrante y emotivo, Miquel Buesa, nos recordó que hoy, más que nunca, nuestro lema prestado de Celaya está vigente y es necesario:
Cercana, ese toque en el corazón o en el hipocampo, Teresa Jiménez Becerril nos abrió la boca de admiración.
Vibrante y emotivo, Miquel Buesa, nos recordó que hoy, más que nunca, nuestro lema prestado de Celaya está vigente y es necesario:
"¡A la calle! que ya es hora
de pasearnos a cuerpo
y mostrar que, pues vivimos, anunciamos algo nuevo.
No reniego de mi origen
pero digo que seremos
mucho más que lo sabido, los factores de un comienzo.
Españoles con futuro..."
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