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28 de mayo de 2008

¡Cuate, aquí hay tomate!, o la deriva de Rajoy.

Rajoy pierde las elecciones del 9 de marzo.
Como premio, Rajoy se va de vacaciones a México, donde se le aparece la virgen en forma de ¿Slim?, ¿González?, ¿ambos?, o algún enviado para la ocasión. Rajoy, absorto y con los ojos como platos se presta a escuchar la buena nueva: «si ante nosotros te postrares, toda la derecha será tuya y M.A. Aguilar te llamará guapo».
Luego le explican que esto está hecho; le recuerdan aquel versículo de la biblia cebrianita que decía: «mal que bien, con el PNV íbamos tirando».
Mariano pone peros, pide consejo para atar cabos con los disidentes que no se resignen y los que no se fíen de él.
─ Nada, no te preocupes -le dicen- eso no es algo que una buena campaña de las nuestras no remedie.
─ O sea -concluye el gran Mariano-, que yo vuelvo a España, me pongo a la labor de jubilar a unos cuantos y a maquillar a los enemigos de aquella, y vosotros me tapáis las vergüenzas, ¿no?. Se acabarían las campañas contra mi y los míos, ¿verdad? -remató el prócer.
─ En efecto -asintió el mesías.

Hasta aquí mi (mala)novelación particular de cómo se gestó el cambio, o, mejor, el desenmascaramiento de Rajoy. Ahora, los hechos.

Él vuelve convencido. Sabe que el prisoe defenderá sus fechorías, colocándole el aura de centrista-moderado-no-crispador frente a la derecha extrema de los duros-crispadores, pero también sabe que en la COPE encontrará un valladar inexpugnable. No importa, moviendo un poco los hilos en la conferencia episcopal, logrará la no renovación de Jiménez Losantos y Vidal.

Sin embargo, este churchill de Pontevedra no había previsto que en su partido había gente que, no como él, tiene principios y no se resigna, y que Jiménez Losantos y Vidal iban a renovar sus contratos con la COPE, sirviendo de eco de las ideas de aquellos. Que esto último no estaba previsto lo prueba la campaña durísima -al modo polancone, o sea- contra la Iglesia católica tras las renovaciones citadas.

Dudaré de esta versión cuando alguien sea capaz de explicarme por qué, de repente, todos los medios enemigos del Partido Popular se han puesto al servicio de su presidente.

A partir de ahora, la pregunta es si seguirá el prisoe en su empeño de defender lo indefendible, lo que le puede llevar a un desgaste previsible, o dejará caer el juguete roto.


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El PSOE y Gallardón la misma cosa son