Solidaridad con Francisco Caja
Realizar actos cívicos en Barcelona a favor de derechos individuales (deberes constitucionales) tan esenciales como el de educar a los hijos en la propia lengua, se ha convertido en algo peor que el paseo de Caperucita por el bosque. No sólo viene el lobo nazionalsocialista a pegarte un bocado, sino que el cazador, que tendría que ayudar a la Roja y a la Abuelita, se dedica a coger setas por el bosque y llega tarde.
Eso le ha pasado a Francisco Caja, que fue agredido cuando recogía firmas en favor de la enseñanza en lengua materna y el bilingüismo escolar. No es nuevo, pero sí escandaloso que quienes tienen la obligación de cuidar de la seguridad de ciudadanos indefensos no aparezcan, y, si lo hacen, como ya ocurrió en septiembre, agárrense, sea para impedir la recogida de firmas. Como lo oyen.
No, si al final habrá que estar contento de que el cazador se haya quedado recogiendo senderillas, en lugar de haberle dado un tiro en el culo a Caperucita.
Sirvan estas líneas como una modesta muestra de solidaridad con el profesor Caja y con todos aquellos catalanes que se siente amenazados y perseguidos por pedir que se cumplan los más elementales derechos en su tierra, que es la nuestra. En especial, un cariñoso recuerdo a todos los resistentes anónimos que, para mi, se significan en Gata y AR.
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