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10 de noviembre de 2006

MAR ADENTRO

Ha sido una de las películas fetiche de la progresía española en los últimos años. En ella se defendía el derecho de Ramón Sampedro a morir pero como no podía quitarse la vida sólo, pues se defendía el derecho de ser matado por otra persona.
Lo cierto es que la polémica estuvo servida, pero cuidado con decir que no estabas de acuerdo porque claro rápidamente te decían que si ese tipo de vida no era vida de calidad y hasta que punto podías decir que una vida sin calidad es una vida (anda, que tiene gracia que calidad tiene la vida de muchos en nuestro país y no por eso son matados, pero corramos un tupido velo que es otra cosa la que me preocupa).
Entonces aplicando la teoría de la calidad de vida a otros casos, creo que es necesario que Ramona Maneiro se de de alta en la SS como ayudadora en el derecho de morir para casos obvios de pérdida de calidad de vida. Y el caso es que el caso más sangrante, perdón a las víctimas por la expresión, es el del asesino de Juana. Obviamente una persona que brinda con champán ante la muerte de otras personas, que planeó y ejecutó el asesinato de 25 personas no tiene calidad de vida en prisión. Cómo además ha merecido una condena de 12 años más por amenazas, y tratándose de semejante individuo queda claro en cuestión de asesinar no se le presentan dudas morales, opino que si el quiere ponerse en huelga de hambre está en su derecho. Pero es que la sociedad debería ayudarle a desembarazarse de la coraza que supone la vida en la cárcel por lo que deberíamos pedir que alguien le apoye en su empeño por morir, no vaya a ser que al final decida que el bocadillo de pan de molde y jamón de york es suficiente aliciente para aumentar su calidad de vida.

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