«Rebeldía democrática» en Salamanca
Reconozco que cuando leí el pasado domingo en el diario El Mundo que el PSOE de Salamanca llamaba a la «rebeldía democrática», me dio un vuelco el esternón (el corazón está más débil). Por fin les entra la cordura, me dije; el archivo volverá a reunirse en Salamanca, deduje. ¿Caldera querrá redimirse de sus fechorías ministriles y ha optado, cual Manuela Malasaña, por defender la plaza frente a los tragaldabas secesionistas?, interrogueme con delectación.
Más abajo, la noticia decía: «El PSOE llamó ayer a los salmantinos a la 'rebeldía democrática' contra la construcción de un aparcamiento en la plaza de Los Bandos». ¡Acabáramos!
Yo que Lanzarote, el alcalde, con un par, salía al balcón de la Plaza Mayor y decía: "los que quieran construir un aparcamiento en la plaza de Los Bandos tendrán que pasar por encima de mi cadáver".
Desde luego, que cara más dura tienen estos del PSOE. Con la vergüenza que tiene que dar ir por las calles de Salamanca, donde todos se conocen, y que te señalen con el dedo: "mira ahí va el amigo del cadáver de Caldera". Pues nada, con un papo que les llega al suelo, llamando a la «rebelión democrática».
Hay que ver, de todas formas, cómo les gusta a estos ortodoxos de la revolución poner el apellido democrático a todas sus fechorías, como hacían Stalin y su discípulo Breznev, que, por ejemplo, a la Alemania comunista le llamaron República Democrática. Dime de qué presumes...
Más abajo, la noticia decía: «El PSOE llamó ayer a los salmantinos a la 'rebeldía democrática' contra la construcción de un aparcamiento en la plaza de Los Bandos». ¡Acabáramos!
Yo que Lanzarote, el alcalde, con un par, salía al balcón de la Plaza Mayor y decía: "los que quieran construir un aparcamiento en la plaza de Los Bandos tendrán que pasar por encima de mi cadáver".
Desde luego, que cara más dura tienen estos del PSOE. Con la vergüenza que tiene que dar ir por las calles de Salamanca, donde todos se conocen, y que te señalen con el dedo: "mira ahí va el amigo del cadáver de Caldera". Pues nada, con un papo que les llega al suelo, llamando a la «rebelión democrática».
Hay que ver, de todas formas, cómo les gusta a estos ortodoxos de la revolución poner el apellido democrático a todas sus fechorías, como hacían Stalin y su discípulo Breznev, que, por ejemplo, a la Alemania comunista le llamaron República Democrática. Dime de qué presumes...
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- ¿quién fue?
- zETApé
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