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15 de enero de 2007

Aprendizaje

Una niña va por una calle de Mondoñedo de la mano de su papá y ambos se detienen delante de una juguetería a observar la última novedad en juguetes: la muñeca que maldice en gallego. Le dice a su progenitor que se la compre, pero éste le contesta que ahora no es el momento, que han quedado con mamá en tal sitio y van a llegar tarde.
- Ya, pero yo la quiero -insiste la rapaza.
- No, no puede ser, vamos; otro día quizás -vehemente, el padre pretende tirar del brazo de la niña. Error mayúsculo, pues la nena empieza a llorar, berrear, patalear (todo en gallego, eso sí).
Cuando la gente se arremolina ante el espéctaculo gratuito de luz y color, papá echa mano a la cartera y traspasa el umbral de la tienda para cavar la fosa de su autoridad.
La niña, tan buena hasta ese momento, ha aprendido dos cosas:
1. podrá lograr lo que quiera, y
2. tendrá que pedirlo chillando.

Ahora, estimado lector, lo único que tienes que hacer es una extrapolación a la situación española y verás quién es papá y quién la niña (de «El Exorcista»), quién nos revienta los tímpanos con sus chillidos y quién está dispuesto a otorgarle todos los regalos que pida.

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