Contestación a un "progresista". I
Sobre la famosa instrumentalización
La semana pasada ante un correo con fotos de asesinados por la ETA, un amigo progresista me contestó lo siguiente:
“Considero que el mejor homenaje que se puede hacer a las víctimas es no instrumentalizarlas como arma arrojadiza al Gobierno, y si bien se merecen el mayor respeto, cariño y afecto, su condición de víctimas no les da mayor autoridad moral para definir cómo llegar al fin de ETA (en el entendimiento de que el resultado nunca puede implicar amnistías por delitos de sangre)...."
Esta es mi contestación. La publico por si alguno que pase por el blog no tiene inconveniente en oír posiciones razonadas diferentes a las suyas, hecho que me parece muy saludable intelectualmente.
No creo que las víctimas se instrumentalicen. Creo que uno de los instrumentos de una democracia participativa son precisamente estas asociaciones, que sin adscribirse a la ideología de ningún partido, defienden los intereses comunes de sus participantes (aunque se juegue con la concesión o no de dinero público). Si admitimos que se instrumentalizan, entonces tendríamos que anular también la comparecencia de Pilar Manjón llorando (que encogió el corazón de cualquier persona que tuviese un mínimo de conciencia), defendiendo en su momento una postura, la de los miembros de su asociación, diferente a la de otras asociaciones. Me parece lícita ya que, siempre que su asociación tenga más miembros que ella misma, significará que hay unas personas que defienden una postura de manera totalmente democrática y creo que está bien. Pero lo que no me parece de recibo es decir que unas se instrumentalizan (las que incordian a la postura del gobierno) y otras no (en este caso las que se pliegan a sus intereses)
No hay que olvidar lo que significa Euskadi y libertad (¿para quién?), desde luego no para los que no opinen como ellos. Estás de acuerdo en que el fin de ETA no puede implicar amnistías por delitos de sangre. Parece, sin embargo, que lo que están preparando es una amnistía encubierta para los que tienen delitos de sangre. De hecho ya lo han dicho algunos de los que hablan por los asesinos, y además dan un plazo máximo.
Esto es lo que reclaman las víctimas: el compromiso de que los que apretaron el gatillo, pusieron la bomba lapa o secuestraron (a algunos durante más de un año en un zulo, no es una broma) no puedan salir a la calle sin al menos haber cumplido con la pena que se les impuso. Dado que el sistema penitenciario no puede asegurar una reinserción y reeducación de los reos o presos, de manera que no representen un peligro para el tipo de sociedad en el que van a desarrollar sus actividades, lo menos que se puede pedir es que se mantengan alejados de la sociedad el tiempo que se les ha marcado y que no se busquen subterfugios (que podrían llegar a verse incluso como fraudes de ley) para que puedan estar antes entre nosotros.
He dicho entre nosotros, muy mal dicho por mi parte. A mi difícilmente me van a alterar, pero a las personas que viven en las zonas que ETA considera sus dominios (y discrepan o están en un ámbito de trabajo molesto para ellos) , es diferente; a ésas les afecta mucho más. Una persona que ejerció como juez en San Sebastián, además de acostumbrarse agacharse para mirar debajo del coche antes de montarse, tenía que soportar las presiones a las que los abogados de la banda los sometían: le decían lo que había pasado en el recreo de sus hijos (se habían resbalado y caído, pero que no se preocupasen que no había sido nada); a algún familiar le contaban lo que había hecho todo el fin de semana (una vez, incluso, señalando que había resbalado en un paseo en un monte...). Vivir así no debe ser fácil.
Si alguien tiene derecho a hablar, son ellos, a decir lo que quieren y lo que no les parece de recibo. Partiendo de la base de que en un estado democrático hay que tener muy frescas las leyes para decir que alguien no tiene derecho a hablar.
(sigue en Contestación a un "progresista". II)
La semana pasada ante un correo con fotos de asesinados por la ETA, un amigo progresista me contestó lo siguiente:
“Considero que el mejor homenaje que se puede hacer a las víctimas es no instrumentalizarlas como arma arrojadiza al Gobierno, y si bien se merecen el mayor respeto, cariño y afecto, su condición de víctimas no les da mayor autoridad moral para definir cómo llegar al fin de ETA (en el entendimiento de que el resultado nunca puede implicar amnistías por delitos de sangre)...."
Esta es mi contestación. La publico por si alguno que pase por el blog no tiene inconveniente en oír posiciones razonadas diferentes a las suyas, hecho que me parece muy saludable intelectualmente.
No creo que las víctimas se instrumentalicen. Creo que uno de los instrumentos de una democracia participativa son precisamente estas asociaciones, que sin adscribirse a la ideología de ningún partido, defienden los intereses comunes de sus participantes (aunque se juegue con la concesión o no de dinero público). Si admitimos que se instrumentalizan, entonces tendríamos que anular también la comparecencia de Pilar Manjón llorando (que encogió el corazón de cualquier persona que tuviese un mínimo de conciencia), defendiendo en su momento una postura, la de los miembros de su asociación, diferente a la de otras asociaciones. Me parece lícita ya que, siempre que su asociación tenga más miembros que ella misma, significará que hay unas personas que defienden una postura de manera totalmente democrática y creo que está bien. Pero lo que no me parece de recibo es decir que unas se instrumentalizan (las que incordian a la postura del gobierno) y otras no (en este caso las que se pliegan a sus intereses)
No hay que olvidar lo que significa Euskadi y libertad (¿para quién?), desde luego no para los que no opinen como ellos. Estás de acuerdo en que el fin de ETA no puede implicar amnistías por delitos de sangre. Parece, sin embargo, que lo que están preparando es una amnistía encubierta para los que tienen delitos de sangre. De hecho ya lo han dicho algunos de los que hablan por los asesinos, y además dan un plazo máximo.
Esto es lo que reclaman las víctimas: el compromiso de que los que apretaron el gatillo, pusieron la bomba lapa o secuestraron (a algunos durante más de un año en un zulo, no es una broma) no puedan salir a la calle sin al menos haber cumplido con la pena que se les impuso. Dado que el sistema penitenciario no puede asegurar una reinserción y reeducación de los reos o presos, de manera que no representen un peligro para el tipo de sociedad en el que van a desarrollar sus actividades, lo menos que se puede pedir es que se mantengan alejados de la sociedad el tiempo que se les ha marcado y que no se busquen subterfugios (que podrían llegar a verse incluso como fraudes de ley) para que puedan estar antes entre nosotros.
He dicho entre nosotros, muy mal dicho por mi parte. A mi difícilmente me van a alterar, pero a las personas que viven en las zonas que ETA considera sus dominios (y discrepan o están en un ámbito de trabajo molesto para ellos) , es diferente; a ésas les afecta mucho más. Una persona que ejerció como juez en San Sebastián, además de acostumbrarse agacharse para mirar debajo del coche antes de montarse, tenía que soportar las presiones a las que los abogados de la banda los sometían: le decían lo que había pasado en el recreo de sus hijos (se habían resbalado y caído, pero que no se preocupasen que no había sido nada); a algún familiar le contaban lo que había hecho todo el fin de semana (una vez, incluso, señalando que había resbalado en un paseo en un monte...). Vivir así no debe ser fácil.
Si alguien tiene derecho a hablar, son ellos, a decir lo que quieren y lo que no les parece de recibo. Partiendo de la base de que en un estado democrático hay que tener muy frescas las leyes para decir que alguien no tiene derecho a hablar.
(sigue en Contestación a un "progresista". II)
0 Comment:
Publicar un comentario
<< Home