Consignas
Cuando, de niño, iba a la Escuela, nada más entrar en clase el señor maestro escribía con aquella letra caligráfica que nos acariciaba la vista: "Consigna: Hay que ser buenos" o alguna otra obviedad parecida. Él, claro, lo hacía con la sana intención de que nosostros repitieramos interiormente el mensaje que iría forjando una personalidad fundamentalmente buena.
Los rapaces, por supesto, copiábamos diligentemente (unos más que otros) en los cuadernos la consigna del día y añadíamos de nuestra cosecha las cogitaciones sobre el pensamiento en cuestión. No obstante, el pensamiento duraba el tiempo justo de llegar al recreo y lanzar las pitas a la guía para ver quién lanzaba primero al gua. Entonces, surgían las discusiones y nos olvidábamos de la consigna del día.
Años después, eso me sirvió de explicación de por qué el franquismo no duró más allá de Franco: las consignas no servían para la sociedad capitalista occidental, no podían competir con "El Santo" o "Bonanza".
Sin embargo, como las modas, la consigna ha vuelto y los papagallos sectarios la repiten en cuanto el maestro Rubalcaba ordena su inscripción en el diario gubernamental o su lectura en la cisterna SER. Ahora hay varias en circulación, pero a mi la que más conmiseración me produce por el que la pronuncia es esa de que, todos aquellos que no apoyamos la rendición ante la ETA, instrumentalizamos a las víctimas contra el Gobierno.
Y así vemos que personas que son disléxicas hasta en los andares, pronuncian la palabra con tal dificultad que, al final, hay que darles un empujón:
- "a las víctimas no hay que instrument, instrumenta, instr..um..." -me dice el interpelante.
- "...mentalizar, instrumentalizar." -le apoyo yo.
- "eso." -apostilla, agradecido.
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