Buscando a Wally

Aspecto que presentaba la manifestación en una de las calles que daba acceso al Colegio de San Ambrosio, sede del Archivo de la Guerra Civil de Salamanca.
Podéis observar la actitud chulesca y desafiante de los asistentes. Eso sí, no íbamos nada a la moda: ni pañuelo palestino, ni pasamontañas, ni gasolina.
Una de las personas con las que coincidí allí, y a quien no conocía de nada, después de una breve charla sobre el expolio, concluyó: "no nos engañemos, esto se resume en dos palabras: ¡pasta, pasta!". "Y más pasta, mucha más pasta", remaché yo. Para añadir, a continuación, "siempre que sea nuestra, claro".
Y es cierto, allí, en este lugar de donde beben los estudiosos de la historia, que se acabará conviertiendo en un lugar de nuevo escarnio de castellanos y españoles, se escucharon voces que queja: "Ya está bien, que se vayan si quieren, pero que nos dejen tranquilos"; "yo les daba la independencia en este momento, pero ni un sólo euro". Es una sensación que va cundiendo, abonada por el desánimo de la gente: mejor solos, que mal acompañados.
No sé, no sé.